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  • Foto del escritorNazareth Rueda

La princesa busca marido

Quien bien te quiere no te hará llorar.


Me encantan los cuentos con moraleja, que nos sirven para aprender tanto a niños como a adultos, y Jorge Bucay es un experto en este tipo de historias.


 

Érase una vez una preciosa princesa que buscaba con quien casarse. Su padre le

presentaba nobles y príncipes de todos los reinos cercanos, pero ella quería encontrar el amor verdadero. Por eso, propuso al rey que se casaría con el joven (noble o no) que se quedara durante un año al otro lado del muro de su habitación, esperando que ella lo eligiera. De esa forma conocería a la persona capaz de dejarlo todo por su amor, el joven que de verdad la quisiera con todo su corazón.

Así, el rey hizo el anuncio y se presentaron miles de jóvenes. Todos llegaron con mucho ánimo, pero enseguida comenzaron el frío invernal, y la falta de alimentos y cobijo. Muchos de los pretendientes decidieron que el amor de la princesa no valía la pena y se marcharon a sus casas.


Cuando llegó el verano, la comida y el agua eran prácticamente inexistentes, y el calor hizo que casi todos se marchasen finalmente a sus hogares. Solo un joven decidió quedarse, ya que amaba en secreto a la princesa desde la primera vez que la vio. No era noble, y esa era su única oportunidad de conseguir su amor, así que se mantuvo allí.

La princesa se fijó en él, y no tardó mucho en picarle la curiosidad y querer conocerle. Se disfrazó de campesina, y cada semana le visitaba con agua y alimentos. Poco a poco fue conociéndole, y dándose cuenta de que aquel joven la amaba de verdad. Unos meses antes de que se cumpliera un año, la princesa ya había decidido que al terminar el tiempo establecido se casaría con él, y así se lo hizo saber a su padre. El rey se puso muy contento y comenzó los preparativos, avisando al joven de que su presencia era requerida en la sala del trono el día que se cumplía un año del comienzo.


Cuando ya solo le quedaban unas horas para cumplir un año, el joven se levantó del sitio en el que había pasado los últimos 364 días, y se marchó a su casa. Su madre, extrañada, le preguntó por qué no había podido aguantar unas horas más, si ya había sido capaz de soportar casi un año con tal de casarse con su amada princesa. El joven, abatido, le contestó que le habían contado que la princesa llevaba meses visitándole, y que había decidido casarse con él, pero aún así no le había evitado el sufrimiento de pasar allí hasta la última de las noches y los días correspondientes. Había decidido que le amaba, pero no lo suficiente para no hacerle sufrir más. Una persona así no merecía que se sufriera por ella, aunque fuese la princesa a la que amaba desde niño. Una persona tan egoísta, ciega y desconsiderada no merece mi amor.


 

Esta corta historia nos muestra cómo una persona que verdaderamente te ama, si puede evitarte una noche de sufrimiento, lo hará. En todas las relaciones hay momentos bajos, e incluso momentos de dolor; el problema llega cuando la otra persona, aún sabiendo que te produce dolor, no deja de hacerlo conscientemente.




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